Naza: un beso tenía el
significado que queríamos darle, podía no significar nada, o cambiarlo todo. Surgió
y nos dejamos llevar con aquel beso.
Esther: Tú fuiste quien me
enseñó dónde estaba el interruptor para encender la luz, como encontrar los
pomos de las puertas y ventanas y me
acompañaste en el trayecto para que no lo hiciese sola.
No puedo definir lo agradecida que te
estaré toda mi vida, contigo descubrí que podía salvarme yo sola. Estuviste a
mi lado, haciéndome reír, siendo mi payasete. Me enseñaste que llorar no está
nada mal y hasta podemos llorar de felicidad.
Si no hubieses entrado en mi mundo y me
hubieses retado a vivir, no estaría aquí, y no sabría qué se siente siendo
libre y feliz.
No sabía muy bien que hacía a tu lado,
pero cuando te alejabas solo pensaba en volver a verte, y supongo que eso no es
aburrimiento. ¿Será que te quiero no?
Naza: Puede ser, puede ser….. al
final te convertiste en héroe por amor, cumpliendo con la filosofía de Platón.
Logramos ver más allá del vaso lleno,
y gracias a ello descubrimos que debajo del vaso había un plato y bajo este una
bandeja, una mesa….. y cuando llegaba al suelo, sólo se tenía que usar la
fregona para recoger el agua desbordada
que quería inundarlo todo.
Así transformamos debilidades en nuestros
puntos fuertes.
La vida en aquellos años nos puso muchos
obstáculos y en un principio no vislumbrábamos ningún proyecto en común sólo
sobrevivíamos.
Esther: Pero como siempre he
dicho, el aire es capaz de colarse por cualquier rendija y el agua de filtrarse
por cualquier hueco entre rocas. Y tú y yo como agua y aire que somos
encontramos la forma de llegar a nuestro camino.
La rueda de la vida nos sorprendió y tu
creaste una gran ventisca que no me dejase caer, me permitiste llorar,
cabrearme y amortiguaste mi caída por la pérdida de mi padre. Convertimos el
dolor en una esencia que nos fortaleció, pues al parecer, como la espada de Godric,
solo aceptamos aquello que nos fortalece.
Naza: Llegó un momento en el
que me hiciste una propuesta, la cual negué, me daba miedo comprometerme a
largo plazo.
Ahí empezamos a crear proyectos, vivir
juntas, independizarnos….
¡Por fin viajamos! Conocimos lugares y
vivimos momentos inolvidables, Alarcón, Granada, Olite….
Fue un año especialmente extraño, porque
como Um y Ema chocábamos e intentábamos cada una tirar hacia nuestro lado, pero
poco a poco descubrimos lo bello de la fusión, de crear nuevas manías, crear
acuerdos…y empezamos a complementarnos en nuestro día a día.
Esther: Un punto que marcó un
antes y un después fue nuestro viaje a Lloret, donde nos despojamos de nuestros
miedos, de las ataduras aprendidas. Nos creamos como la familia que hoy somos y
Eizzel y Calet nacieron en nuestros corazones y desde entonces nos acompañan
haciendo más reales nuestros proyectos, motivándonos para alcanzar nuestras
metas.
Naza: A esos proyectos nos
agarramos y continuamos hacia adelante; haciéndonos inseparables, cerrando
puertas del pasado, y usando ventanas y no espejismos para inspirarnos, pues la
creatividad no conoce límites ni fronteras.
Encontré trabajo, encontraste
trabajo y tuvimos la certeza de que había
llegado el momento de vivir.
Sentías el miedo de caer, porque la
subida parecía muy elevada, todo porque la experiencia nos decía que tras algo
bueno, llegaba lo malo; pero eso quedó en un mito, como tantos otros que
podemos encontrar en las bibliotecas.
Esther: Una llamada de teléfono
me llevó a Sevilla y le dio vida a las ganas de por fin tú y yo vivir nuestra
vida, alejándonos de casas compartidas.
Naza: además de por suerte o
por desgracia pasar las noches a tu lado.
Esther: ¡Es cierto! pero cogimos a nuestra hija peluda y
buscamos nuestro hogar.
Ahora ya hemos cumplido metas. Nuestra fábrica de
realidades sigue trabajando y dando vida a nuestros sueños, convirtiéndolos en
realidad, como uno de nuestros grandes proyectos, que hoy se está viendo
cumplido contigo
Este es el enlace, para ver la primera parte de nuestra ceremonia:
https://youtu.be/J9tnb-bPxks
No hay comentarios:
Publicar un comentario